Barcelona Clásica: Martina Filjak: “La música clásica nunca ha sido tan accesible para el gran público como hoy”

domingo, 28 de agosto de 2016

Martina Filjak: “La música clásica nunca ha sido tan accesible para el gran público como hoy”

Martina Filyak
Si alguien puede explicar cómo los concursos ayudan a impulsar la carrera de un joven pianista, esta es Martina Filjak. Esta pianista nacida en Croacia en 1978 acumula en su palmarés los primeros premios en varias convocatorias internacionales, incluyendo el Concurso Maria Canals de Barcelona en la edición 2008 y el Concurso de Cleveland en 2009.

Sus triunfos en competiciones de primer nivel de Europa y Estados Unidos le han abierto las puertas a numerosas actuaciones con orquesta en todo el mundo y, actualmente, es una figura emergente que el New York Times ha calificado de pianista “brillante, sensible e imaginativa”.
 
El lunes 29 de agosto vuelve al Palau de la Música de Barcelona, dentro del ciclo de conciertos coproducidos con el Festival San Miguel Mas i Mas. Barcelona Clásica ha hablado con ella para conocer más sobre su carrera y su forma de entender la música. 


Barcelona Clásica: Bienvenida de nuevo a Barcelona. ¿Es tu primer concierto aquí después de ganar el Concurso Maria Canals en el año 2008?
Martina Filjak:
¡Gracias! ¡Estoy tan emocionada y feliz de volver a mi querida Barcelona! Me enamoré de la ciudad en 2008 y adoro volver. El Palau de la Música es una sala de conciertos de ensueño y actué en un recital allí en 2012. Ahora vuelvo con un programa distinto.

B.C. ¿Qué recuerdas del concurso? ¿Esperabas ganar?
M.F.
Guardo recuerdos muy bonitos. Recuerdo estar muy concentrada y sin ningún tipo de miedo. Sin querer ser arrogante, creo que alguien que decide participar en una competición, sea de música, de deportes o de cualquier otra cosa, tiene que ir con una actitud mental que incluya la posibilidad de ganar. El factor psicológico es muy importante, y solo con determinación y claridad de ideas eres capaz de hacer música y dar lo mejor de ti misma en un momento concreto.


Actuación de Martina Filyak en el Palau de la Música
B.C. Tras el Concurso Maria Canals, ganaste el concurso de piano de Cleveland, considerado como el que impulsó tu carrera internacionalmente. ¿Viste similitudes entre el concurso de Barcelona y el de Cleveland?
M.F.
Creo que hay muchas similitudes. Por ejemplo, ambos acaban con un concierto importante con orquesta en una gran sala de conciertos: el Palau de la Música, para el Maria Canals y el mágico Severance Hall, para el concurso de Cleveland. Así que, tras varias rondas actuando en solitario, tienes que mantener la energía, la concentración y la resistencia para actuar a tu mejor nivel con la orquesta. En mi opinión, los dos concursos son muy buenos, sobre todo por lo que proporcionan a los ganadores. Para jóvenes artistas, lo más importante es tener oportunidades para actuar, para expandir su círculo, para que más espectadores los conozcan. En ese sentido, el Concurso Maria Canals ofrece grandes oportunidades para estar en un escenario, incluyendo muchos conciertos con orquestas en España. Mi carrera ha crecido con estos concursos porque recibí muchas invitaciones para colaboraciones, que ayudaron a que mi círculo se hiciera más grande. Pese a ello, el camino hacia el resultado final lo has de hacer tú solo y lleva tiempo.

B.C. Para ti, ¿han acabado definitivamente los concursos de piano?
M.F.
¡Sí! Cuando estaba viajando a Cleveland, me prometí a mí misma que, si ganaba el primer premio, nunca más participaría en un concurso. Conseguí la Medalla de Oro y nunca rompí mi promesa. Me siento muy liberada desde entonces y he conseguido trazar mi propio camino como músico e intérprete.

B.C. Cuando empezaste a estudiar piano, ¿alguna vez pensaste en que te acabarías convirtiendo en una pianista profesional? ¿Cuándo decidiste dar el paso?
M.F.
Mis padres eran pianistas los dos, pero, cuando empecé, solo tenía 3 o 4 años y para mí el piano era un placer, un juego. Creo que decidí ser profesional en la adolescencia, simplemente porque no podía imaginarme la vida sin música. Es la eterna cuestión que Beethoven plantea en el Cuarteto de Cuerda Opus 16: 'Muß es sein?' - 'Es muß sein'.

Martina Filjak, en el Carnegie Hall de Nueva York
B.C. Desde el concurso de Cleveland, has viajado por todo el mundo para actuar en algunas de las salas de conciertos más importantes. ¿El pianista siente algo especial al actuar en lugares como el Musikverein de Viena, el Konzerthaus de Berlín o el mismo Palau de la Música de Barcelona?
M.F.
¡Sí, por supuesto! ¡En estas salas hay una energía tremenda! Continuamente, se siente la historia, la gran música que se ha hecho allí. Hay un cierto sentido de la responsabilidad al aparecer sobre el mismo escenario que algunos de los mayores artistas de la historia. Y también hay algo de liberación: la acústica en estos lugares, normalmente, ayuda mucho; los pianos son soberbios y el público, también. No hay nada que se interponga entre tú mismo y el  momento musical que quieres conseguir.

B.C. Con una agenda con tantos compromisos como los tuyos, ¿has calculado cuántos días estás de viaje?
M.F.
Depende. Cuando voy a Estados Unidos, los viajes son más largos, por razones obvias. Creo que estoy unos 160 días al año viajando. 

B.C. ¿Es cierto que hablas siete idiomas? ¿Cómo has conseguido tener tiempo para estudiar tanto?
M.F.
Es cierto. Pero, por supuesto, no los hablo todos al mismo nivel. Los idiomas que utilizo a diario son el croata, el italiano, el inglés y el alemán. Los otros los uso ocasionalmente, cuando viajo. Sé que muchos de mis colegas también hablan varios idiomas. Supongo que los músicos tenemos una facilidad natural para aprender y los viajes internacionales ayudan.

B.C. ¿En qué situación está la música clásica en Croacia hoy en día? ¿Gana o pierde espectadores?
M.F.
Diría que es importante y marginal, al mismo tiempo. Marginal, porque la gran mayoría de la gente no se preocupa mucho por la música clásica. Pero también es importante porque, de una forma u otra, el alma de un pueblo está en su cultura y la música clásica deja una marca irremplazable, junto con otras artes, a la identidad cultural de una nación. Intento hacer mi propia interpretación de los hechos teniendo en cuenta que la música clásica nunca fue escrita para grandes audiencias, sino para grupos pequeños de aficionados que sabían cómo apreciarla. Pero no quiero ser elitista: me hace feliz pensar que la música clásica no ha sido nunca tan accesible para el gran público como hoy en día. 

B.C. Háblanos de tu programa en el Palau de la Música.
M.F.
He elegido las Variaciones de Haydn en Fa menor, su Sonata en Sol menor y la transcripción de Liszt del Preludio y Fuga en La menor para órgano de J.S. Bach, así que es una primera parte muy meditativa. La segunda parte del programa estará centrada en dos obras de Liszt: sus dos leyendas, que considero obras espirituales, líricas y próximas a su periodo compositivo casi impresionista. Y acabaré con dos paráfrasis de Listz de los hermanos Donizetti (las Reminiscències de Lucia de Lamermoor y la Marche pour le Soultan Abdul Medjid-Khan). Porque también necesitamos algo de diversión.

B.C. ¿Nos puedes adelantar algo de tus próximos proyectos?
M.F.
En la próxima temporada, actuaré en el Kozerthaus de Viena y en el Festival Ravinia de Chicago. Tengo conciertos con orquesta con la Nürnberg Symphony y Alexander Shelley, así como con la HRT Symphony y Stanislav Kochanovsky. También hay dos giras con orquesta para interpretar mi querido Concierto número 2 de Brahms, y vuelvo a Puerto Rico para actuar con la Sinfónica de Puerto Rico y Carlos Miguel Prieto. Por nombrar solo unos pocos conciertos…

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